En el mundo hay 24.9 millones de personas en situación de trabajo forzoso. Esto significa que están sometidas a la exigencia de realizar un trabajo bajo coerción o fraude, es decir, lo realizan de forma involuntaria.
Según Mónica Salazar, directora de Dignificando el Trabajo, una asociación civil dedicada a fomentar condiciones para el trabajo digno, una de las principales causas de este fenómeno es la precarización del trabajo a nivel global: “cada vez tenemos trabajos más frágiles, con menores prestaciones y derechos laborales, en los que la exigencia de las jornadas es mayor. Y la demanda no iguala la oferta: el empleador sabe que habrá muchas personas que, por necesidad, acepten trabajar en condiciones de precariedad”.
La Organización Internacional del Trabajo (OIT) señala que hay 16 millones de personas en situación de trabajo forzoso en el sector privado. Esto quiere decir que es un fenómeno presente en cadenas de suministro de la economía formal y tiene que ver con la precarización laboral de la que habla Salazar. “Conforme se va precarizando el trabajo, se hace más difícil identificar el trabajo forzoso. Por ejemplo, puede suceder que una persona haya aceptado ingresar a un trabajo y que se le exijan actividades para las que no se ofreció voluntariamente, pero que no se niega a hacer por temor a perder su empleo”.
Una de las situaciones que contribuye a invisibilizar el fenómeno del trabajo forzoso es que en las legislaciones suele entrar bajo la figura de trata de personas. “Hoy en día, trata abarca todo y eso hace muy difícil distinguir qué es trata de personas y qué no”, señaló Salazar. Esto también contribuye a criminalizar a personas y familias en situación de pobreza, por ejemplo, en las que niñas y niños se ven en la necesidad de trabajar con sus padres y madres para la subsistencia del núcleo familiar. En estos casos, se criminaliza a las familias sin tener en cuenta el entorno social.
“La trata de personas emana de una convención de Naciones Unidas diseñada para trabajar dos temas específicos: la delincuencia organizada y la transnacionalidad. Esos son los dos componentes esenciales que caracterizan la trata de personas: tiene que haber un traslado de un país a otro operado por una red de delincuencia organizada transnacional”, explicó Salazar. Y añadió que es necesario identificar cada fenómeno, aunque puedan y de hecho existan cruces entre ellos. La falta de definiciones claras hace que las legislaciones no sean eficaces a la hora de perseguir y prevenir cada uno de estos delitos.
Finalmente, Salazar comentó que también hay una permisividad por parte de las instituciones del Estado que perpetúa las condiciones de trabajo forzoso y precarización laboral. “Eso se ve mucho en nuestra región, en donde cada vez somos más personas formadas para trabajar en condiciones precarias antes que para tener un trabajo digno”.
En este contexto, Dignificando el Trabajo, organización de la que Salazar también es fundadora, tiene tres líneas de trabajo principales. “La primera es devolverle al consumidor el poder de cuestionar y brindarle información sobre el origen de los productos. La segunda es contribuir a diferenciar claramente trata de personas de trabajo forzoso y a entender cada fenómeno en todas sus dimensiones. La tercera es lograr que haya impacto en las políticas públicas. Criminalizando a la población no hacemos ningún bien y por eso es necesario abordar el trabajo forzoso desde una perspectiva integral y no solo penal”.